2006/08/04

Relato de verano - 03

Dejé el coche aparcado en una de las calles posteriores a la principal, no quería destacar mucho mi presencia. Caminé unos cinco minutos por el pueblo para hacerme a la idea de lo que allí me iba a encontrar. Estaba en un pueblo pequeño; de interior; que visiblemente había ganado población debido a la estación estival en la que estábamos (las matrículas de los coches eran muy variadas) y cuyo aspecto seguramente no difería mucho del que debía tener treinta años atrás.

Acto seguido me encaminé hacia uno de los dos bares que había descubierto en el pueblo. El primero por el que pasé durante mi paseo fue uno con aspecto de más modernidad y muy ajetreado a la hora en la que pasé... sin duda se trataba del recinto escogido por todos los veraneantes para tomarse la última antes de regresar a casa; era el típico bar multifunción que encuentras en todos los pueblos. Como es mi costumbre elegí el otro; el pequeño, el que tenía la clientela habitual que debía de mantenerse durante todo el año y cuyo aspecto estaba más acorde con el sabor rancio y amargo que caracteriza los pueblos castellanos. A esas horas de la noche tenía una mesa ocupada jugando un mus y una pareja de jóvenes que sin duda huían del estruendo de la música del otro bar del pueblo porque necesitaban hablarse de asuntos tan importantes que solamente ellos podían conocer. En la barra el matrimonio dueño del establecimiento discutía acerca de si debían retirar ya las tapas de la barra o esperar un poco más por si entraba algún cliente nuevo... el bar era pequeño, limpio y la comida casera y con muy buena pinta. Desde el exterior podía observarse la cocina, donde los azulejos relucían como solamente pueden hacerlo si están en manos de una mujer que considera a su lugar de trabajo como parte de su propia casa (quizás lo era).

Respiré profundamente antes de entrar, necesitaba un momento de relajación antes de enfrentarme a desconocidos. Siempre es igual, necesito prepararme para el encuentro con alguien que no conozco, para aguantarle la mirada, estrecharle la mano o comenzar una conversación; es una manía y siempre me equivoco con las primeras impresiones pero no puedo evitar los nervios del primer encuentro, es un desafío del que nunca salgo bien.

Crucé el umbral y el silencio se hizo a mi alrededor, cesaron los murmullos y solamente se oían el goteo de un grifo mal cerrado. Todos los clientes del bar se me quedaron mirando con una cara mezcla de asombro y horror... cuando pedí un vino tinto el camarero me lo servía con un temblor que no supe a qué achacar...

7 comentarios:

Markitos dijo...

Todavía no has decidido si el protagonista es masculino o femenino.

Anónimo dijo...

biennnnnnnn te has dado cuenta!!!!
no sé se me está quedando raro porque solamente lo hago cuando me siento como obligada... y esto tiene toda la pinta de acabar como la invasión de los ultracuerpos y sintiendolo mucho a este relato le pega mucho qeu sea tio no????

oye, que al sonorama no voy... quiero crónica ya... por cierto que mi amigo, el que si que va, no tiene la entrada todavía... ande se la puede pillar en madrid????

Anónimo dijo...

y porque no una tía....? al entrar a un bar una chica es mucho más llamativa, pero la protagonista de la historia, debería de ir en moto...

Anónimo dijo...

por cierto este fin de semana Ramón, alias, SUPERFRAME, hace uan sesión entrenamiento para el sonorama en el Kaña.

Markitos dijo...

Se puede comprar en el Fnac o Ticktackticket, que es lo mismo, y en la tienda Escribadiscos que está en la misma Plaza de Callao.
Pues al Sonorama no sé si iré, a lo mejor me acerco el sábado.

Anónimo dijo...

el protagonista será lo que yo quiera y jamás irá en moto charlie... si quieres escribe tu un cuento y te lo cuelgo... sino hare lo que quiera... y sí hay sesión en el kaña ... ya sabía ya

Anónimo dijo...

me ha gustado el cuento! pensaba que era yo el protagonista, lo senti muy mio!!!
a ver si yo tambien escribo algun cuento de este tipo como hacia de pequena!!