2006/10/31

Relato 02

Me despierto con sensación de agotamiento... me duele todo y llevo en la cama más de diez horas... me levanto y me miro al espejo, no veo nada nuevo ni nada que me guste o disguste especialmente... comienzo a llorar.

Salgo a la calle y un sol radiente me guía durante un paseo a mediodía que me lleva por aquellos rincones más queridos y más odiados por mí... que como diría el cantante, aquellos en los que te amé y creí morir por tí... porque la ciudad parece un mundo cuando se ama a un habitante...

Nunca me había fijado tanto en la gente que tenemos alrededor. En mi vagar por la ciudad descubro un abanico de edades, clases sociales, razas, colores, olores y géneros en lo que nunca había reparado más allá de cinco segundos. Me fijo en la mujer india de grandes ojos y pelo negro que mantiene su identidad cultural sin variarla un ápice; en la chica del este de europa cuya cintura está a punto de quebrarse bajo los ajustados vaqueros; vaqueros que se le caen al muchacho con melena desfilada que se cruza conmigo mientras habla por teléfono y lleva un i-pod en el bolsillo nuevo de sus levi's de 200 euros...

Miro a la madre joven que se desvive por su hijo, al ejecutivo impecable que es un anuncio de si mismo; a la niñera de unos niños bien que en estos momentos pasea a un perro muy pequeño y seguro que muy caro y miro también al anciano... toda una vida grabada en las arrugas como los antiguos vinilos tenían la información en los surcos de sus dos caras. Comienzo a pensar en mí, en todos los malos momentos, en los buenos también... en los momentos compartidos y en los que la soledad era mi única compañera.

Me siento en una terraza y me tomo una copa, a estas alturas ya da lo mismo y disfruto del espectáculo de la vida a mi alrededor, a veces es necesario sentarse, parar y mirar alrededor para darse cuenta de lo poco que cuesta ser feliz. Apuro el último trago, no compro el periódico como es mi costumbre sino que vuelvo a casa a paso calmado, despacio, fijándome hasta en el último detalle que a mi alrededor acontece.

Retraso el momento hasta el final... subo lentamente las escaleras hasta llegar al sexto, donde vivo, me apetecía sentir el corazón acelerado, sentir la vida por dentro... llego a casa y cierro la puerta, todo está limpio, ordenado, tranquilo, me siento en mi sofa de lectura y pongo mi disco favorito. Después voy hacia la cocina, tomo un frasco de pastillas y me las tomo lentamente una a una con un gin fizz. Ayer me dijero que me quedaban tres meses de vida y no veo razón alguna para seguir aquí, aguantando dolor, sufrimiento y angustia existencial. Prefiero que todo acabe.

Ni siquiera dejó terminar el disco y ya cayó al suelo. Encontraron el cuerpo dos días después tras la falta al trabajo. Nadie lloró su pérdida, hay gente que pasa desapercibida hasta el final de sus días.

8 comentarios:

Marisabel dijo...

jo tía, qué triste! Estoy haciendo un curso de Pensamiento positivo y meditación que te iría muy bien, (si no te da miedo el rollo secta, no es que lo sea, pero lo parece, ja,ja,ja,ja...)

Anónimo dijo...

jooooooooo tia si es que yo soy asín.....
vamos a ver me encanta disfrutar de todo y a todas horas pero he de reconocer mi tendencia y que muy a mi pesar mi base cultural es básicamente la romántica y naturalista... que yo como faemino y cansado me crié con rimbaud, verlaine, kafka, kundera unamuno y como no kirkeergard!!!!!!!!!!

pero si el pensamiento positivo no me vendría mal, me iré a visitar a mi hermano, que vuelve hoy de viaje y es un payaso!!!!!

oye y lo del curso pasámelo que lo hago.... aunque tengo otra isabel que también ha hecho uno!!!!!

lo bueno de la gente como yo es que somos unos jodidos tristes y depresivos pero nos rodeamos de gente feliz para compensar, es lo que me salva!!!!

Landahlauts dijo...

Lo triste no es morirse, que nos ocurrirá a todos (supongo que el final os lo han contado no?). Tampoco es triste acabar con la vida de uno, una opción como otra cualquiera, pero opción en libertad al fin y al cabo.
Lo verdaderamente triste de tu cuento es que no haya nadie que te eche de menos.
En cierta ocasión leí de alguien, en Barcelona, que se había tirado muerto un par de años en el salón de casa, con la tele puesta delante. Nadie lo echo de menos hasta que acabó el saldo del banco y las compañías de electricidad, agua, gas... lo empezaron a "echar de menos"...

Landahlauts dijo...

A mi... me perdonaréis, pero hasta el título del cursillo me pone nervioso.

Anónimo dijo...

esto que ya, que ya se que nos va a pasar a todos, a mi me aterra el momento de justo en que llegue y ser consciente de ello nada más pero vamos que por agobiarme no va a dejar de pasar...

yo es que los cursillos de este tipo... no sé, no puedo hablar, no conozco...

Markitos dijo...

Relato pos resaca, me parece a mí.

Anónimo dijo...

a mi el momento post resaca se me va más a lo erótico festivo fijate tú...

Anónimo dijo...

Has vuelto? joooo! no lo sabía! yo sigo en mi mundo azul!
a ver! muy bonito, aunque sea triste!
hace pocos día ví la película "mi vida sin mí", algo parecido!