2007/08/13

Relato

Piezas de un engranaje es lo que éramos, sin consideración ninguna hacia nuestro propio ser... por las mañanas el agua fría nos ponía en marcha y una misma música repetitiva se convertía en nuestra banda sonora particular... un sonido monótono, metálico y desprovisto de cualquier tipo de calidez que se metía en tu mente y no te dejaba sino avanzar en tu continuo trabajo. Como una misma persona todos nos movíamos a la vez para no dejar que la máquina parase. De vez en cuando alguno caía e inmediatamente era sustituido sin que apenas notásemos la diferencia; misma ropa, mismo gesto y misma postura indicaba que el trabajo continuaba y que no había tiempo para lamentaciones ni penas. Así éramos... no hacíamos más que obedecer órdenes, apretábamos las tuercas necesarias y manteníamos todo en perfectas condiciones de uso tal y como nos habían enseñado. La recompensa al final del día era un pequeño informe en el que se nos indicaba que habíamos cumplido adecuadamente con la tarea indicada, que la estadística era correcta y que debíamos mantener el ritmo en aras de conseguir la victoria de esa guerra.

Pasaron días, meses, para algunos incluso años en los que se perdió el contacto con la realidad, en los que nos olvidamos de familia, amigos y vida pasada. De repente un día todo pareció hundirse y desmoronarse. Las sirenas no tocaron, la música no sonó y las puertas que custodiábamos fueron abiertas por otros que venían de fuera. Se acabaron las alambradas, las sirenas y los fusiles... llegaron hacia donde estábamos y nos arrestaron a todos. No sabíamos que pasa y realmente nos daba igual, no había cambios significativos entre el anterior estadio y este.

Como por ante de magia pasamos de ser guardianes a ser prisioneros. Aquéllos que nos retenían nos miraban con odio, nos recordaron cosas atroces, cosas que para nosotros apenas si tenían importancia ya... nosotros sólamente cumpliamos órdenes... nadie tenía la culpa de haber acabado allí... pero nos miraban con odio, con el mismo odio con el que nosotros mirábamos al principio a aquellos que entraban en aquellas salas enormes, en aquellas duchas inmensas que nosotros manteníamos a la perfección para nunca fallasen y por las cuales, debido al mismo sonido repetitivo y cíclico asignábamos un tiempo máximo hasta que oíamos el golpear de los cuerpos en el suelo. Era un último baño que les ofrecíamos cuando les habíamos despojado de todo tipo de dignidad, cuando el instinto animal era lo único que les empujaba a seguir viviendo porque ya no eran capaces ni de mirarse entre ellos.

Y ahora ahí estábamos nosotros; en la misma situación... sin saber qué hacer ni qué decir, nada más que nosotros no éramos culpables, que uno no podía huir de la máquina que te oprimía sin acabar como ellos... quizás cuando pase el tiempo... quizás cuando pase el tiempo esa mirada de odio se relaje... ese terror que nosotros sentimos ahora también... simplemente es cuestión de tiempo que las cosas vuelvan a su cauce y entonces, cuando nosotros no seamos nada más que un número en otra lista... y cuando nadie se acuerde ya de nosotros... podamos recuperar nuestros nombres... aunque sea en una lápida que nadie encuentre.

7 comentarios:

yunzapito dijo...

Me ha gustado mucho tu relato, al principio estaba confundido con el grupo al que los protagonistas pertenecían, jamás pensé que estuvieran tan lobotomizados a pesar de que algun@ (tipo secretaria de Adolfito) dijera que se dejó llevar y que en ningún momento sabía lo que estaba pasando exactamente.

¿Recuerdo varios relatos (del año pasado) de cosas parecidas, con fotas de una alambrada? Puede que me lo esté inventando, tengo mucha imaginación.

Ros dijo...

el año pasado había fotos y relatos con alambradas y uno si era de estar prisionero, el otro no....
graaaaaaaaacias.... me subes el ego!!!!! y me gusta que te gusten... y sí, es evidente que tienes mucha imaginación

R. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
R. dijo...

Me gusto el relato.

Pero me temo que el ejército nazi no estaba tan automatizado y alienado y que realmente sabía lo que hacía en todo momento, no quiero decir tampoco que cada uno de ellos fuera un psicopata como sus lideres, pero si que en estos casos la obediencia debida no me vale como descarga.

Eso si, como dice aquel: Eran unos asesinos...pero que uniformes tan elegantes por dios.

Sobre el tema les recomiendo:
El niño del pijama de rayas y El comprador a de aniversarios.

Anónimo dijo...

Muy bonito, al comienzo incluso me han dado ganas de ver de nuevo metropolis (ya se que no tiene nada que ver con lo de la guerra tal cual, pero esa es la impresion que me dio)

¿En que modo-pez te salen esas cosas?

Ros dijo...

r. ok thanks!!!!! tomo nota para las vacas...

anonimado... siiiiiiiii metropolis... esa era la idea inicial algo sobre eso o sobre el we can't do it de las mujeres en la II Guerra Mundial, pero al final me pongo monotematica...

en modo pez me salen solo estas tonterias si...

Anónimo dijo...

Demasiados pocos calleron. Saludos a los protagonistas de su relato ;)