2008/11/03

Las benévolas (una cuestión de amor propio)

Ayer terminé Las Benévolas de John Littell. He de reconocer que, antes de que me fijara en él había escuchado hablar en revistas gafapastosas de esas gratuitas al respecto y me atraía porque claro, es una historia de la II Guerra Mundial, y una, que no ha sido capaz de acabar el Archipiélago Gulag a pesar de ponerle muchas ganas en un comienzo y dedicarme a La Isla de las Tormentas, de Ken Follet o Los niños del Brasil (esto que además era un grupo ays que bueno que era), mucho más a mi alcance (intelectualmente hablando). Ahora ya dejando bromas aparte, me gusta la literatura ambientada en la II Guerra Mundial, tanto la de evasión como la documental y tanto la de un vencedores como la de vencidos.

Que si me ha gustado Las benévolas. Pues hombre, si te acabas las casi mil páginas que tiene el libro digo yo que algo te habrá hecho seguir hasta el final. Se trata de un libro sin un punto y aparte, y mil páginas de texto que no es precisamente ligero donde Max Aue, un militar alemán homosexual relata su historia durante la guerra y el transcurso de la misma (y no sé por qué, pero a mí me da que esto podría tener una segunda e incluso tercera parte contando los años que vinieron después, Núremberg y la persecución por todo el mundo de los alemanes huidos.

La historia relata con todo tipo de detalles los horrores cometidos durante la campaña rusa y la situación, tanto de las tropas como de los pueblos en conflicto y cómo se planificó y organizó la Solución Final y el trascurso después de la guerra en territorio alemán. Todo esto no es nuevo no es algo que no hayamos visto ya en otro tipo de informaciones como documentales, libros de historia, etc., pero hay algo en los libros que describen este horror (y digo libros pero podrían ser documentales o películas) que te hacen seguir, que te enganchan, porque el horror te engancha y te hace continuar.

Littell consigue como Suskind en El Perfume hace que sientas realmente los olores y el malestar de la guerra. Escribe como narrador en primera persona e intenat mantener una distancia con la historia que está narrando, desligándose de la misma a pesar de ser partícipe en ella justificando su participación como parte de su trabajo. Demuestra su desprecio total por el ser humano, por sus necesidades o sentimientos y, en las ocasiones en que parece querer mejorar las condiciones de vida de los presos no es sino por cuestiones meramente económicas. Su ascenso dentro del estado militar y su inusitada suerte que le salva de morir y le hace avanzar no cambiar su manera de ser sino es para radicalizarla más en sus justificaciones ante las acciones que lleva a cabo.

Su relación familiar no sale mejor parada. Odia a su padre y al marido de ésta que no es su padre, tuvo una relación incestuosa con su hermana gemela que no puedo superar y todos estos traumas los refleja en su propia sexualidad que no es sana ni con él mismo ni con los amantes ocasionales que puede tener.

Cuando llegas a las página 800 más o menos el narrador, que a pesar de hablar en primera persona, cambia y se dirige directamente al lector y le insta a acabar con la historia porque debe tener ya prisa por acabar y se ha recreado ya bastante en los horrores de la guerra y en la locura del protagonista así que, el ritmo gira radicalmente y el libro termina apenas 200 páginas después de manera atropellada y mostrándonos los últimos coletazos de la historia personal de Aue y de sus últimas locuras.

Ya digo que a mí me gustó el libro pero no por novedoso sino porque, como Houllebecq, Littell consigue unir en ocasiones frases de extremada claridad y sencillez que reflejan el dolor del ser humano pero en contraste con los sentimientos más opuestos de este dolor que te remarcan si cabe la intensidad de lo mismo.

A pesar de todo para gustos colores y al escorpión del mundo no le gustó nada y eso que yo suelo estar bastante de acuerdo con él... lo mismo es que después de haber terminado semejante mamotreto necesito una justificación a mí misma de que ha merecido la pena, o lo mismo es que realmente me ha gustado.

Yo lo recomendaría pero hay que tener ganas y constancia.

5 comentarios:

Manuel dijo...

Yo estoy con vida y destino. Las benévolas para mi son de Gaiman.

The Walking City dijo...

Me alegro de que te haya gustado. Veo dos problemas, según soy y según nos cuentas:
a) En general, no soy muy de conflicto bélico en ningún formato (cine, novela, etc.)
b) Casi mil páginas... ¡uf!

Ros dijo...

ok ... yo ahora voy a por algo ligerito vaya que sñi...

funsk... ni lo intentes entonces..

Señor Werty dijo...

Puffff yo tengo pendientes Archipiélago y La montaña mágica, pero sólo cogerlos y notar el peso de miles de páginas me tira para atrás, más que nada por falta de tiempo, en fin, otro para la lista, ya te vale ;P

Sau2

Ros dijo...

jajaja... hostia la montaña mágica... otro si....