2009/01/13

Por el Reina en invierno - texto

De cara a aprovechar el tiempo que paso en Madrid que cualquiera diría que vivo allí; el sábado decidí que por fin me iba al Reina Sofia. Si tuviera que elegir un museo favorito creo que sería ese; el Prado me da una pereza horrible de tantas veces visto y el Thyssen me parece un robo tan grande (a pesar de Mondrian y otras varias debilidades) que el Reina me parece mi preferido de entre los de Madrid. Si además a dos minutos estás en Lavapies y cuando no tenían supermegarestaurante de diseño los bocatas en el patio estaban permitido (que me acuerdo yo de sisisisi).

La cita pendiente que tenía con García Alix comenzaba a pesarme pero, después de ver dos veces varias exposiciones de De Donde no se Vuelve te puedo asegurar que mi estado anímico no estaba como para enfrentarme así, de repente y con el frío que hacía, a semejante artistazo. Pero como el sábado ya estaba en fase positiva siempre positiva, decidí que me iba dar una vuelta por el museo y, si me daba tiempo, por la sala de Chillida claro. Así que una vez aparcado el coche me dirigí hacia el mostrador de información a solicitar información y una muchacha encantadora con una sonrisa de oreja a oreja me estuvo contando todo lo que había. Como estaba tan emocionada la dejé seguir pero vaya, que la colección permanente ya la conozco y lo que me interesaban eran las temporales y, como fui a la aventura y sin mirar nada más que lo de Alix, estaba pelín perdida. Ella, muy educada y hasta interesada, me recomendó muy fervientemente La invención del Siglo XX. Carl Einstein y las Vanguardias exposición mucho más que recomendable y que me encantó, ya que reúne a varios artistas en los comienzos de las vanguardias, cuando todavía, personalmente que conste, todavía era soportable Picasso y Braque y Léger eran la caña ya. La exposición se hace amena y tiene un gran apartado para el arte africano, ese arte africano tan gafapasta cuya última aparición es en cualquier audiovisual de música que intente conjugar arte y música a la vez y que a mí, personalmente nunca me han gustado. Para caracerizar el personaje de Fraisier era la leche, pero ese interés en lo primitivo nunca me gustó... yo tiraba más al interés a lo oriental que había por la época. La exposición estará hasta febrero y realmente merece la pena.

Una vez terminada la primera parte del viaje me dirigí hacia De donde no se vuelve ahí, a desufrí un poquito. No es nada nuevo el universo que Alix propone y lo que se revuelve en tu interior al asistir a una exposición suya. No he visto mirada más profunda y con significado que la de Ana Curra y unos versos (versos que acompañan cada exposición de Alix) que reflejen mejor el devenir de una vida intensa y plagada de experiencias, tanto positivas como negativas, que atesora este leonés de pro. En esta ocasión estaba más completa que nunca y, a la etapa de los comienzos, del dolor, la droga y la experimentación, le acompañan trabajos posteriores que enseñan todo el dolor y el sufrimiento contenido que puede tener una foto. Las últimas fotografías tiradas en Rusia y China son ya muestra de la madurez de García Alix. Si estás tocado por algo no merece la pena que vayas a la exposición pero si eres capaz de aguantarla saldrás con una emoción contenida que no te va a abandonar en un buen rato.
El catálogo resume la exposición con los siguientes versos:

Soy fotógrafo.
La fotografía es el espacio donde imaginarme.
En la fotografía, destino y presente sueñan en el altir de un fragmento de tiempo, un permanente pasado.
Un permanente pasado...
No hay retorno posible.
Con las fotografías un mar de recuerdos se despierta.
Se agita. Se encrespa.
Fotos y más fotos que dejan tras de sí un eco. El eco de mis pasos.
La fotografía es un certificado de presencia... de ausencia.
La fotografía es iconografía de muerte. Está en su naturaleza. En ella ya no somos como somos. Somos como éramos...
Ciertamente en la fotografía hay un elemento fatalista.
En cien años todos calvos. Quiero decir que una colección de retratados es una colección de futuros cadáveres.
La fotografía es un poderoso médium.
Nos lleva al otro lado de la vida.
Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras,
siendo sólo presencia, también vivimos.
Inmutables, Sin penas, Redimidos nuestros pecados.
Por fin domesticados... congelados.
Al otro lado de la vida... de donde no se vuelve.

Las exposiciones temporales del MNCARS se completan con Zoe Leonard, exposición que ví de pasada que me pareció de lo más desangelado, soso y sin gracia que he visto en mucho tiempo... y como Deimantas Narkevicius y su Vida Unánime, colección de audivisuales que llevaban más tiempo y ganas del que yo tenía para verlos y de los cuales asistí a The Head que trata del proceso de concepción y construcción de una estatua monumental de Karl Max.




2 comentarios:

Francisco Posse dijo...

A mí también me decepcionó la expo de Zoe Leonard, por exceso de fotos, que a su vez eran muy pequeñas para unas salas tan grandes (ésto, visualmente) y luego su trabajo...esperaba algo más pop :)

Ros dijo...

te juro que flipé d e lo mal gestionado que estaba el espacio parecía una casa abandonada donde se habían dejado algo....