2009/02/08

Relato

Seguía aquellos zapatos de ante. De hecho no podía quitárselos de la cabeza. Llevaba soñando con ellos todas las noches desde que se lo encontró por primera vez. Estaban desgastados hacia afuera y rozados de tanto utilizarlos. Se notaba que su dueño se sentía cómodo en ellos. No la extrañaba, tenía que estarlo para sus paseos.

Caía la lluvia esa tarde pero no la sentía: Tenía sin embargo una presión en el pecho que le hacía apretar el paso hacia él. Iban los dos andando caminando por la calle tranquilamente y el mundo alrededor seguía su ritmo, anónimo y acelerado.

Se sabía el camino de memoria. Había estado siguiéndole durante un mes desde que se lo encontrara por casualidad y le reconociera en mil y un detalles que solamente el horror puede dejar clavados en la memoria. Desde aquel día le siguió sin importarle el peligro que corría.
Fue testigo de nuevas noches, de nuevos paseos y nuevas historias que dejarían en otras mujeres el mismo miedo e inseguridad que sentía ella cada vez que intentaba dormir, ya fuera sola o acompañada.

Sin embargo no intervino. Su plan fue forjándose poco a poco y para ello demostró que era capaz de mantener una sangre fría que su psiquiatra no hubiera sido capaz de imaginar. Le seguía todos los días, sabía sus horarios laborales y los personales también. Conocía su vida pública y la vida paralela que la había dejado a ella sin nada. Le seguía de día y de noche y durante este período se transformó en una sombra silenciosa que apenas si podía notar nadie ya que cada día ella misma era más pequeña y casi transparente.

Aquel día decidió que tenía que ser el último. No podía permitirse el perder más el tiempo con él. Tenía otras cosas que hacer como, por ejemplo, retomar las riendas de su propia vida. Se levantó a la hora acostumbrada y tomó una ducha eterna de agua caliente que la devolvió a la vida. Entonces salió a la calle. El día todavía no había comenzado y ella no quería que fuera a esa hora a la que su objetivo la viera. Le siguió durante su trayecto matinal hasta el trabajo donde confirmó una vez más que él tenía un lío con una de sus compañeras a la que, suponía, tenía totalmente engañada. Pasó la hora del café y la de comer también. Él salió de la oficina y ella salío tras él. Llovía, ya lo comenté antes, llovía pero no parecía importarle a ninguno de los dos. El ruido de sus pisadas quedaba ahogado en el de otros cientos de personas a su alrededor lo que para ella era propicio.

Aquel día como todos los martes, él daría un largo rodeo por el muelle y pasaría por el parque abandonado camino a casa. En ese parque las jóvenes suelen reunirse con sus novios o amigos y pasan el tiempo haciendo nada, eso que parece tan difícil a veces.

Llegados al parque ella le seguió y, antes de que el pudiera hacer nada, le empujó. Cayó al suelo y, con un par de giros aprendidos en las clases de artes marciales tomadas hace mil años, logró ponerle unas esposas compradas en un sex-shop. Ahora todo sería más fácil. Él la miro y no dijo nada; conocía de sobra por qué estaba así. Ella le miró a la cara y le sonrió. ¿Te acuerdas de mí? nos vimos aquí por primera vez. Él no se inmutó y le respondió sin miedo alguno: claro que sí, llevabas unas preciosas y diminutas bragas rosas y no paraste de suspirar mientras nos lo pasábamos bien. Por un breve instante ella cambió el gesto: no esperaba aquella reacción y no estaba dispuesta a seguir por ese camino porque sabía que los nervios la podrían traicionar.
Sí, así es, disfruté tanto que quiero que pruebes esto y disfrutes tanto como yo hice y otras muchas hicieron después. Sin mediar una sola palabra más sacó una navaja de mariposa que también consiguió gracias a las artes marciales y, con una destreza inusitada, le realizó varios cortes que le dejaron herido de muerte.

-¿Vés? durante todo este tiempo pensé en tí, todos y cada uno de los días desde aquella noche y he querido regalarte todo lo que he aprendido. Como verás tienes hechos varios cortes que te duelen pero soportas, de manera que tú aún tienes la esperanza de que me vaya y tu te liberes o que alguien pase y te libere. Ahhhhhhh craso error. Te voy a contar un secreto; los cortes están hechos a conciencia y atacan directamente a varios órganos vitales y tardarás varias horas en morir. El dolor se acrentará con el tiempo, no te preocupes, te va a doler infinitamente más en cosa de media hora. Si piensas que yo me iré tienes razón y no la tienes. Yo me iré, pero estaré cerca, y además no podrás gritar, no te preocupes, guardo con mucho cariño el pañuelo con el que me tapaste la cara aquel día para que puedas sentir mi olor en tí y disfrutar como yo lo hice entonces. Además, he de contarte que, desde que tuvimos nuestro primer contacto, he desarrollado un especial gusto en el voyeurismo, y quiero ver como te retuerces de dolor y mueres. Como sabrás además, porque eres asiduo de este parque, nadie pasa a estas horas y, los que pasan, tratan de evitar al resto de los habituales así que, al vernos, pensarán que nosotros tenemos nuestra propia fiesta y que no queremos que nos molesten.

Entonces él la miró con miedo, sabía que no mentía y sabía cual iba a ser su destino. Ella entonces se sentó a unos pocos metros y le miró. Sonrió delicadamente y se encendió un cigarrillo.

-No te preocupes, me llevaré la colilla, nadie quiere que yo vaya a la cárcel y tú menos que nadie, me dijiste que la gente como tú no tenía por qué ser castigada y que no podría escapar así que más valía que no me quejase. Afortunadamente me pude escapar y no pude ser una más de tu larga lista de chicas malas violadas, torturadas y asesinadas sin piedad. Así que, como tú mismo dijiste, no queremos que nadie como tú pase un mal trago. ¿Sabés? confieso que me ha gustado, que me está gustando esto. No pensé que infringir dolor a alguien pudiera ser excitante y, sin embargo, he de reconocer que estoy disfrutando de cada segundo que pasamos juntos. He de decirte que a partir de ahora dormiré y estaré más tranquila pero, si en algún momento sueño contigo, seguro que me despertaré con una sonrisa de felicidad al saber que ya no estás aquí.

Él la miraba y el miedo, la rabia, la ira y el dolor dieron paso a una mirada tranquila y serena. Le pidió por señas que le quitara un segundo el pañuelo y le dijo sin afectación alguna: sabía que volverías, sabia que vendrías y sabía que harías esto. Solamente lamento una cosa; no haberte conocido antes y haberte ganado para mi causa. Gente como tú y como yo es difícil de encontrar. Ya verás como esto te va a gustar. Si no fuera porque voy a morir te diría que te quiero.

6 comentarios:

Francisco Posse dijo...

Me asustas :) ¿Fuiste a Matadero?

Ros dijo...

jajaja... no... no me apetecía conducir... con este frío.... burrrrrrrrr

Perro dijo...

Sería un perfecto cortometraje.... Voy a confesarte una cosa ahora que no nos lee nadie... Yo soy una de las pocas personas en el mundo a la que no le gusta leer, si leo algo lo hago por obligación, para mis estudios, o para el trabajo, pero no disfruto leyendo...Normalmente los post muy largos los leo por alto y muy pocas veces descubro algo que me interese como para leerlos enteros. Te cuento todo esto porque este lo leí por alto..luego pasé a los comentarios...y como no había leido nada del matadero volví a releer y entonces tuve que leerlo entero, no por el matadero sino porque me encantó, lo poco que iba averiguando de él...Un beso guapa, estaré unos días fuera, pero no me olvido. ;)

Ros dijo...

jajaja.... si te digo a que me suena eso de que sería un estupendo corto!!!!! me alegro de que te guste, pasalo bien y una borrachera que sea por mí :)

Anónimo dijo...

Y unos metros más allá... a lo mejor alguien miraba y aprendía, ¿no?

Me ha encantado. Y de acuerdo con lo del corto

ynosek(+)kontarte dijo...

oleeeeeeee oleeeeeeeeeeee y oleeeeeeeeeeeeeeeee

si necesitas alguien que sujete el micrófono ... me comentas.
(gratis)