Relato

Otra vez los del teléfono no, pienso para mí mientras me acerco al aparato encima del aparador.
-¿Digame?
- Hola, ¿qué tal estás?
- Perdone, creo que se ha equivocado de teléfono.
- Puede ser, hacía tanto que no llamaba que quizás me haya equivocado. Esperaba encontrar a cierta persona.
- Lo siento, lamento no poder ayudar.
- Si. El caso es que al escuchar su voz he pensado que no me había equivocado.
- Perdone pero tengo muchas cosas que hacer.
- Claro, perdone, perdone, es sencillamente ha sido como volver a estar en casa.
- ¿Cómo dice?
- No, nada, la voz que buscaba siempre me traía la paz y el consuelo necesario para poder seguir.
- Ya le dije que tenía cosas que hacer.
Cuelgo el teléfono y voy hasta la habitación donde todavía tengo una fotografía suya en el cajón. El corazón me late con fuerza, la respiración se me ha acelerado, me falta el aire y creo que me he mareado. Sé que no tendría que ser así y sin embargo no puedo evitarlo. Sé que he hecho bien aunque algo dentro de mí me dice que he perdido una última oportunidad. Miro la fotografía. Una lágrima me cae lentamente por la mejilla mientras sonrío y me digo que esta vez tan sólo ha sido una lágrima solitaria, como mi pobre corazón abandonado.