2012/02/21

El Montaplatos - Animalario - Naves del Español


Siete días hace hoy mismo desde que fuimos a ver El Montaplatos a Matadero Madrid. Siete días en los que he intentado calmarme lo suficiente como para poder explicar en pocas palabras y con un mínimo de tranquilidad lo que vimos allí el otro día.


Comenzaré diciendo como les dije a los actores y al director ese mismo día en el encuentro que había para público una vez finalizada la obra, que no es la primera vez que veo a Animalario (luego miré las obras y resulta que he visto 9 de 16) y tampoco la primera vez que veía a Pinter (ésta hacía la tercera). Fuimos a ver El Montaplatos como última oportunidad de reconciliarnos con Animalario (cuya web está bastante dejada, como para mi opinión está el grupo) después de soportar la insufrible Penumbra, que vimos el año pasado y que, pese a que Willy Toledo diga que fue estupenda, no ha conseguido nada más que una nominación a los Premios Max de Teatro, la de mejor empresario o productor privado, y créedme que se la merecen porque conseguir que fuéramos a ver Penumbra fue todo un éxito para ellos.


El Montaplatos es la historia de dos asesinos a sueldo que duermen antes o después del trabajo en un sitio oscuro y es en uno de esos espacios donde se desarrolla la acción de la obra. Estoy acostumbrada al trabajo actoral de los miembros de Animalario y tengo mucha paciencia porque no en vano durante años han sido mis favoritos (en aquella época en la que yo disfrutaba con Hamelin, Marat-Sade o Últimas Palabras de Copito de Nieve) pero claro, esto tiene también un peligro: te vas aprendiendo los gestos, los tics, las manías de cómo actúan y está llegando el punto en que veo a Alberto San Juan, que me encanta, y me entran ganas de matarle porque repite los mismos gestos en todas y cada una de las obras que hace. No voy a criticarle como traductor o director porque me ha encantado su trabajo para Arlequino Servidor de Dos Amos o por ejemplo en Traición, el penúltimo Pinter que hizo, donde, quizás porque la dirección no corría a cargo de Animalario, estaba mucho más comedido y esos tics eran menos visibles y se llevaba mejor su trabajo que era normal.


La obra en concreto no me gustó por varias razones: el trabajo de los actores no es creíble, en ningún momento entré en la historia. Además la historia no ayudaba a dar explicaciones o te invitaba a la reflexión sino que era un cúmulo de despropósitos y porque, como hicimos, me quedé al encuentro de los actores por si me aclaraban mis dudas y lo mismo mi opinión cambiaba, cosa que también suele pasar si me razonan y justifican pero en este caso no lo consiguieron.


Entiendo que un encuentro con actores es básicamente un momento en el que se va a decirle a actores y director lo estupendos que son y lo trascendental de su obra pero, si te enfrentas al público tienes que estar preparado para aceptar también críticas negativas. En un principio la gente literalmente estuvo repitiendo una crítica de un blog de El País en el que consideran a El Montaplatos una obra espectacular; más tarde un par de personas habló de lo que ellos había ido a hablar que es de su alto nivel intelectual y comprensión de los diferentes planos de  la obra en si. Antes, Willy Toledo nos había contado que, cuando Alberto San Juan y Andrés Lima le presentaron la obra, no la entendió. Luego hablaron de lo mal que está el teatro y hablaron de la necesidad de cambiar el modelo, que ellos habían cambiado y por eso hacían obras más reducidas y con menos presupuesto ya que las instituciones ya sabemos todos como pagan (esto está guay cuando actúas en la Cuarta Pared pero actuando en Matadero con precios entre 18 y 22 euros permíteme que no me lo crea mucho porque habrás reducido personal y producción pero el precio no es de un espectáculo que quiere ajustarse a los nuevos tiempos).


Así que se me ocurrió decirles que no me había gustado la obra, y preguntarles si Animalario había iniciado una nueva etapa más introspectiva en la que todas sus obras iban a ser del estilo de Penumbra o El Montaplatos (básicamente para no ir más a verles) y como curiosidad, que por qué utilizaban siempre en sus escenografías (Andrés Lima entendió coreografía y me lo recriminó pero bueno, qué se le va a hacer) tanto plástico (tanto en Arlequino como en Penumbra como en esta misma utilizan mucho plástico para jugar con el espacio y me resulta curioso la verdad) además de comentarles que la explicación que habían dado de la obra no me convencía.


La explicación de la obra ellos la entendían desde dos planos: el racional y el emocional. En el racional entra en juego los valores de poder y dominación y de llevar a las personas hasta el extremo tanto en la obra como en la vida y cómo eso determina la sociedad. En el plano emocional, es el de la obra de teatro entendida como obra de arte que tiene que hacerte sentir. Ninguno de los dos planos me era válido porque para mí el plano racional se puede aplicar si me apuras hasta a Sálvame y cómo la existencia de ese programa puede ser una demostración de la decadencia de nuestra sociedad y los valores y, en el plano emocional, la obra no consiguió hacerme entrar en ningún momento en ningún tipo de sensación o sentimiento que no fuera el aburrimiento.


Andrés Lima cambió de cara y me recriminó la equivocación (que no fue tal) de escenografía por coreografía pero fue muy educado y me dijo que la evolución la veía yo mejor como espectadora que ellos y que sino había entrado en la obra que es cuestión de una percepción personal pero que si que para él el valor de la obra es entrar por lo emocional. Educado aunque serio, chapó por él.


Alberto San Juan no abrió la boca y entiendo que no tenía nada que decir al respecto pero bueno, las veces que le he visto en un encuentro con el público ha ganado entero en mi simpatías hacia él, es una persona muy simpática e interesante que respondió acerca de varios temas como la reconversión del modelo de teatro de manera muy acertada e inteligente.


Willy Toledo se enfadó, se enfadó como se enfadan los niños y me dijo que no tenía ni idea de lo que había visto y que claro, Animalario requiere y está pensado para espectadores que no sean holgazanes (intuyo que este adjetivo iba dedicado hacia mi). El caso es que no debió escuchar que he ido a la mayoría de sus obras y que no es la primera vez que veía ni a Animalario ni a Pinter, y cuando menos, me hubiera gustado un poco de respeto (el que yo le tuve a él cuando expuse mi opinión) como espectadora que se ha gastado dinero en ver su trabajo durante años (cosa que ya te digo Willy que no va a volver a pasar) y que ha ido viendo como la compañía y su trabajo ha ido cambiando. Lo mínimo que se pide en estas ocasiones es un poco de educación que creo que Willy no está acostumbrado a ofrecer. El hecho de decirme que los espectadores de Animalario son gente que cuestiona y que tiene un mínimo de inteligencia espero que no lo dijera por mi, porque claro, si tenemos en cuenta que tengo una carrera superior y que voy al teatro de todo tipo una media de dos veces al mes, creo que no estaría justificado, que entiendo que lo dirá por la gente con la que habitualmente trata. 


Normalmente cuando vamos al teatro vemos a muchos artistas que van a ver a sus compañeros a las obras y normalmente hemos visto a Alberto San Juan en el Español o a Andrés Lima en el María Guerrero viendo obras de otras personas (jamás a Willy Toledo y lo digo con alivio). En este caso, vimos a Xabier Elorriaga, actor de siempre de nuestra escena que se echó las manos a la cabeza en algún que otro pasaje de la obra y que nos hizo pensar que no estábamos locas al no gustarnos la obra.


Resumiendo, no me gustó El Montaplatos, no la recomendaría a nadie en su sano juicio, sea habitual o no del teatro. A mis dos compañeras tampoco les gustó y, lo que me quedó claro, es que Willy Toledo busca siempre una atención desmesurada allí donde vaya, sin respetar a los demás e intentado imponer sus opiniones sobre las de los demás. Para ser tan revolucionario tiene muy poco respeto por las opiniones de los demás.


Esperaré además a los próximo Premios Max para ver si El Montaplatos consigue alguna nominación, mientras, voy a intentar seguir viendo teatro, de Miguel Arco, de Flotats o de Lluis Pasqual pero evitaré, en lo posible, a Animalario. 

5 comentarios:

Carol dijo...

Q pena q hayas tenido tan mala experiencia, especialmente con el tema del encuentro con los actores. Willy Toledo ya se sabe cómo es y parece que cada vez va a peor, cuando has comenzado a contar lo que les habías dicho ya me imaginaba que te iba a montar un pollo, en fin, sobran comentarios sobre él, al final los más reaccionarios son los más intransigentes. Ya sabes que a mí me gustó, tb es verdad que era la primera obra que veía de animalario, así que en mi caso todo fue muy nuevo, me pareció que ambos hacían un gran trabajo, muy naturales y creíbles, y la obra en sí me pareció muy buena, luego leí la original de Pinter y la verdad es que es bastante fiel. En fin, que a ver si hay más suerte con la próxima obra que elijas, con lo caro que es el teatro da mucha rabia cuando no se acierta. Bsos

trasgu dijo...

Crónica ferpecta.

Ros dijo...

Carol ya se ha pasado, fuimos al Pavón y el clásico me ha reconciliado con el teatro.
Trasgu: ¿la has visto??? por contrastar opiniones y tal. :)

trasgu dijo...

No, la verdad es que me encanta el teatro pero no voy mucho. Básicamente soy muy vago.

Ros dijo...

na, todo es coger ritmo... :)