2007/10/12

Relato - La mujer invisible

Ese día se levantó como tantos otros y fue sin pensarlo hacia el baño. Mientras el agua fresca la hacía volver a la vida reparó en su propia imagen en el espejo y sonrió. Hoy hacía un año. Tal día como hoy se levantó temprano, mucho tiempo antes del necesario ya que ese día no conducía hasta el trabajo, ese día la recogerían; había quedado. Se puso el uniforme e hizo todo el viaje con una sonrisa reflejada en su rostro. Miraba a sus compañeros de viaje y no comprendía por qué nadie tenía el gesto animado. Cuando llegó al trabajo se encontró con sus compañeros, con los que bromeó acerca del uniforme tan serio y soso que llevaban todos y mientras las luces se encendía fueron preparando y tomando un café y unas pastas. El día transcurrió con normalidad, la gente les visitaba y ellos amablemente accedían a responder cuantas consultas, interesantes o no, les eran solicitadas. Esa semana su trabajo era ser la cara amable de la empresa y estaban cumpliendo a la perfección con su tarea.

Ya por la tarde la mujer invisible se despidió con una sonrisa de sus compañeros. Estaba un poco nerviosa, había notado que el comportamiento de él no era normal. Hacía una semana más o menos que estaba más raro de lo normal. Se dirigió hacia los aseos del pabellón en el que estaban trabajando y se quitó el pañuelo corporativo. Se dio una capa de maquillaje y sintió como esa capa tapaba algo más que el cansancio derivado del día medio acabado. Cuando hubo terminado de arreglarse salió a la puerta a esperar a que él la recogiera. Estaba muy nerviosa porque había esperado esa noche con muchas ganas y no veía el momento de que se apagasen las luces del escenario y comenzase el espectáculo, sería el final de una agradable espera que se demoraba desde el verano, quería ver el espectáculo con él. Había pasado ya más de diez minutos desde la hora a la que había quedado cuando su apareció apresurado y se disculpó como tantas otras veces había hecho. A estas alturas de la película ella ya no escuchaba la excusa de turno (nunca hubo llamada diciendo que se fura a retrasar, se imaginaba que eso estaba en alguna regla no escrita) y solo pensaba en el frío que tenía después de estar diez minutos en la calle esperando.

Cuando montón en el coche el recibimiento fue frío, como solía serlo aleatoriamente desde hacía un mes. Fueron hablando de nimiedades y tonterías durante el trayecto y, para no variar, llegaron por los pelos, situación que, mientras a ella la ponía muy nerviosa, él encontraba divertida a su costa. Siguieron hablando de tonterías y de cosas sin importancia mientras el espacio iba llenándose, ninguno de los dos tenía problemas de visión, ni en este ni en ningùn otro acto a los que habían acudido juntos, era algo menos de lo que preocuparse, así que cogieron una cerveza y se dispusieron a esperar a que comenzase el espectáculo. De repente, cuando se apagó la luz, la mujer invisible tomó conciencia de sí misma. Hacía mucho desde que no lo hacía, casí tanto tiempo como llevaba junto a él. Casi tanto tiempo como el que había pasado desde que su autoestima desapareciera en pro de otras, casi tanto tiempo en el que se miraba pero no se veía, incluso cuando su apariencia física era más cuidada que lo era antes, cuanto más se esforzaba en adaptarse a su gusto, menos se reconocía en lo que ella era. Por el contrario, cuanto más intentaba agradarle siendo menos espontánea y extrovertida con la gente que la rodeaba, menos plena se sentía al finalizar el día. No sabía por qué pero era un sentimiento de culpa que se eternizaba en el tiempo y que hacía que sus días acabasen con una inseguridad e incertidumbre que la llevaba hacia una depresión segura. Al final la felicidad de uno sería la desgracia del otro. Mientras ella discurría por territorios hasta ahora no explorados él aparentemente disfrutaba de un espectáculo que a priori ella sabía que no era de su agrado y que simplemente contemplaba porque se supone que debería de estar y se había comprometido a acompañarla cuando ella se lo pidió. Cuando llegó el momento más tierno de la velada él la abrazó y ella sintió un escalofrío y estuvo a punto de echarse a llorar. Cada vez que la abrazaba ella era consciente de que el abrazo estaba hueco y vacío pero esta vez tuvo la certeza de que no quedaban muchos más antes de que llegase el fin. El resto del espectáculo siguió su curso natural y, una vez encendidas las luces ella comentó algo de que necesitaba una ducha ya.

El camino de vuelta transcurrió en silencio, no fue violento ni forzado, simplemente un silencio provocado por el desgaste que otorga el no saber cómo decir algo y no querer romper un momento especial para uno de los dos. Cuando llegaron a casa y aparcaron él la animó a tomarse la última copa. Ella declinó amablemente la oferta, llovía y hacía mal tiempo y además, al día siguiente, a pesar de ser festivo, ella trabajaba. Él la miró con ternura y con cariño, si fuera posible expresar cuáles eran sus miradas para con ella, no sabría describir más que miradas de ese estilo además de la de culpabilidad y arrepentimiento, unas miradas esquivas y tan manidas como sus conductas y reacciones, tan políticamente correctas y absolutamente forzadas y artificiales. Resulta curioso como alguien se puede sentir atraído por una forma de ser que no tiene que ver con tu conducta habitual, es lo extraño y normalmente maravilloso del enamoramiento.

Cuando se despidieron él la dio un beso suave y ligero y se dirigió hacia el bar. Ella caminó hacia casa mientras las lluvia caía sobre un rostro de por sí mojado ya. Cuando al día siguiente se levantó y cogió el coche puso uno de esos cedés tristes que la acompañaban en momentos similares y que en aquella época llenaban la guantera del coche. Antes de que se diera cuenta había llegado al aparcamiento. Salió del coche y mientras se colocaba el pañuelo corporativo y su identificación, unas lágrimas cayeron sobre el maquillaje que todavía estaba fresco en su rostro. Se encontró de camino con un compañero que le preguntó qué tal estaba, qué tal se lo había pasado el día anterior y por qué lloraba. Ella contestó que la velada anterior había sido especial para ella y que el maldito cambio de temperatura hacía que llorase más de lo habitual. Siguieron juntos hasta el recinto y ofrecieron la cara amable de la empresa como era su cometido.

Ella vuelve de nuevo en sí y se mira en el espejo. Mira la mujer que tiene delante y sonríe. Casi ni recordaba ya aquella época y cómo eran sus sentimientos. Mientras se lava los dientes y piensa qué va a ponerse se da cuenta de cómo ha dejado de ser invisible para volver a ser la que siempre fue.



Música del día:








9 comentarios:

Anónimo dijo...

... y lo que extrañaba yo a la musiquita del dia. Clap, clap, clap.

Anónimo dijo...

No se si felicitarte por el relato o mandarte una colleja electronica por empezar el dia tan animado...

Va, lo dejaremos en felicitación.

Ros dijo...

buenosdías the eye... a ver si pongo algo animado!!!

anonimado jos.... tenía el día tonto.... ay que te echaba de menos, ande te metes!!!!

Anónimo dijo...

Haga lo que mi jefe que me da una racion de las dos cosas, me acaba de felicitar pero me ha dado una colleja diciendo:

-Pero tu lo puedes hacer mejoooor.

Lo de la colleja no es en sentido figurado.

Hay que joderse por la mañana.

Por cierto Sta. halo me he puesto el mono de "Ilitricista" y ya le he colgado mas neones.

Ros dijo...

jajaja... es que debe dar gustito así por la mañana darle una colleja a alguien sin tener que justificarse que no veas no???

que has hecho que has hecho que has hecho?????

que las he vistooooooooooooooo que están muy chulas y las de los bichos también!!!!!!!

Landahlauts dijo...

La anormal normalidad de tantos...

Pero, que bien descrita, Ros

Ros dijo...

ays gracias gracis landa... que me gusta cuando me comentas y yo que no comento en el tuyo ultimamente porque no me salen "cosas finas" pero que sepas que te leo!!!! y también a lorca que es el que ahora mismo está en primera fila de lectura

yuling dijo...

me ha gustado mucho. rosssssssssssssss.








(mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmuas!)

Ros dijo...

pequeño!!!!!! ande te has metido que nos tienes abandonados/as....

qué tal la vida esa errante que llevas????

y por cierto, para cuando unas cañas/tapas usasease lo que sea!!!!

un besote y guenos días