2009/01/18

Relato

El final de su espalda me volvía loco, el comienzo de su cuello también. La curvatura de su espina dorsal era capaz de estremecerme y la suavidad de su tacto me habrían hecho matar. La tuve y no la aprecié hasta que se fué. Desde entonces miro la fotografía y no sé si es lluvia o mis lágrimas lo que no me permiten dislumbrar su figura.

4 comentarios:

Francisco Posse dijo...

Lluvia, sin duda. Hay cosas que no se olvidan :)

Anónimo dijo...

Pues si fuera el cielo quién escribiera el relato, las ds cosas serían la misma.

Nunca apreciamos lo que está a una caricia de distancia, hasta que se aleja a la medida de un sueño.

Saludos

Anónimo dijo...

Pues si fuera el cielo quién escribiera el relato, las ds cosas serían la misma.

Nunca apreciamos lo que está a una caricia de distancia, hasta que se aleja a la medida de un sueño.

Saludos

Ros dijo...

eres todo un profesional paco!!!!