Un lugar donde quedarse

Ocurre que quieres ir a ver Avatar con la familia pero como somos vagos y siempre llegamos tarde para pillar las entradas para la sesión 3D te da tiempo de recuperar películas pendientes en casa tranquilamente como Un lugar donde quedarse, de Sam Mendes.

Tenía ganas de verla porque normalmente me gustan las películas de Mendes y porque, para ser inglés, el tipo de películas que hace encajan muy bien dentro de estilos muy diferentes de películas americanas.

Un lugar donde quedarse es una road movie. Burt y Verona están en la treintena y van a a ser padres. Se supone que cuando decides dar ese paso tienes bastante clara como va a ser tu vida y además sabes cómo discurrirá, al menos a corto plazo (3 años). Ellos no, Burt y Verona vivían cerca de los padres de él (los cinco estupendos minutos en los que aparece el grandísimos Jeff Daniels) porque los de ella están muertos. Ellos les informan que se van a vivir dos años a otro país y entonces la pareja descubre que su vida es una mierda y que realmente no saben qué quieren. Este es el punto de partida para ese viaje iniciático que les llevará por diversas ciudades donde vivirán experiencias surrealistas y otras más comunes que irán enriqueciéndoles y les irán enseñando que, a pesar de su desorientación, tienen lo más importante para que todo salga bien que es el amor que tienen el uno por el otro (si, esto es una película muy ñoña es lo que hay). Se enfrentarán a dudas, temores y demás sentimientos que alberga cualquier persona y mucho más alguien que va a ser padre (imagino) y al final, tras pasar por varias ciudades llegan a un lugar en el que realmente sienten (bueno siente Verona) que será su hogar definitivo y que no es otro que la casa familiar de ella frente al mar.

La historia se cuenta de manera sencilla, apenas aparecen aparatos tecnológicos que la desvirtúen cuando pase el tiempo y, como es de esperar, hay bonitas escenas de varias ciudades por las que pasan y que remarcan la inmensidad del paisaje americano frente a la imagen de la pareja, que siempre aparece en medios de planos generales infinitamente pequeños y ligeros de equipaje.

La película ha quedado muy indie y muy sencilla y la verdad es que no es gran cosas a pesar de tener varios puntos que pueden ser interesantes. Yo tenía ganas de verla pero no pasará a la historia personal de Mendes por ser una de sus mejores historias y la química entre los protagonistas a mí personalmente no me ha acabado de convencer.

Uno de los detalles que si me ha gustado es ese punto de toda película digna en el que tiene que aparecer un Volvo, si la película merece la pena, en medio de una película americana aparece siempre un Volvo de los 70 -80... ya que son tonterías pero a mí me gustan esa clase de tonterías y detalles.

Lo que si me ha convencido del todo es la banda sonora que tiene y que me ha descubierto  a Alexi Murdoch, tipo al que creo que me voy a enganchar. La música elegida es perfecta durante todo el metraje y acompaña el viaje de una manera sútil y delicada. En spotify le tenéis Alexi Murdoch grandes éxitos si queréis disfrutarlo. De momento os dejo con una canción de la peli, pero todas son preciosas.